Tres cosas que podemos decir, están presentes hoy en nuestras vidas y perspectivas de futuro:
1- incertidumbres
2- incertidumbres
3- incertidumbres
Estamos inmersos en un espacio donde las cosas más básicas están en duda. Y si estamos bajo el manto de la incertidumbre, estamos bajo el imperio de las preguntas. En un espacio como este, al que asistimos tan a menudo en los innumerables festivales en que participamos, siempre hablamos de nuestro trabajo, de nuestros festivales, nuestros procesos creativos, trabajos de producción, colaboraciones, asociaciones, intercambios etc.
Ahora estamos en otro lugar. Quizás un «no lugar». El no lugar de las pantallas.
¿Y cómo hablar de festivales en este momento? Cómo decir algo sobre la conceptualización de curadurías, tramos de programación, patrocinadores, especificidades de nuestros territorios, etc. etc? ¿Cómo? ¿Cómo hablar sobre el proceso creativo, la investigación escénica, el talento, las trayectorias artísticas? ¿Solo nos quedan preguntas para el futuro?
¿Tendremos festivales? ¿Cómo? ¿Tendremos espacios teatrales? ¿Cómo? ¿Tendremos shows? ¿Cómo? ¿Estamos haciendo teatro en nuestros hogares? ¿¿Cómo??
¿Son las diferentes experiencias caseras, creadas por artistas, manifestaciones de una escena? ¿Una nueva escena?
¿Una escena sin la respiración de los actores y de la audiencia, es teatro? ¿Tenemos la intención de decir que estamos recreando, reinventando el teatro, simplemente porque estamos utilizando cámaras de video y pantalla en nuestro «ocio creativo»? ¿Es porque tenemos tiempo libre para hacerlo?
¿Estamos apaciguando nuestra angustia individual cuando intentamos existir o re-existir en confinamiento? ¿Nuestras condiciones de trabajo, de hecho, están extremadamente deterioradas por la pandemia? ¿No estábamos ya inmersos en una gran precarización creativa, de producción, laboral, profesional, antes de la pandemia? (¿principalmente en algunas regiones del mundo, como Brasil y América Latina?).
Son muchas, inagotables preguntas.
A estas y muchas otras preguntas tenemos actualmente tres respuestas:
1- No lo sabemos.
2- No sabemos nada.
3 – No tenemos idea.
Cuando hago estas preguntas, muchas otras me cruzan por la mente.
¿Qué mundo será este en la post pandemia? (creyendo que terminará y que habrá un mundo…)
¿Las desigualdades serán aún mayores?
¿Somos capaces de entender, comprender y simpatizar con aquellos que no tienen los mismos privilegios que muchos de nosotros? Tenemos un hogar, comida, posibilidades de distanciarnos y… posibilidades de crear? Vivo en Brasil, soy brasileño desde que nací. Hoy somos el centro de la pandemia en el mundo. Hasta ayer, veinticuatro mil quinientas personas perdieron la vida con el nuevo coronavirus, mil cuarenta ayer (en cifras oficiales). Muchos de estos, perdieron la vida por no recibir tratamiento a tiempo y adecuado para sanar. Y todavía estamos al comienzo de esa tal maldita curva. Somos un país desigual y, por supuesto, esto se refleja en nuestros confinamientos. Además de todo esto, tenemos un presidente miliciano, de extrema derecha, que lucha contra la vida de las personas todos los días. Les evitaré hablar de sus atrocidades. La prensa de todo el mundo ja ha informado sobre su intento genocida.
Debido a que somos un país tan desigual, tenemos la tercera población carcelaria más grande del mundo, formada principalmente por jóvenes, negros y pobres. Había casi 1 millón de personas en aislamiento antes de la pandemia. Repito, principalmente jóvenes, negros y pobres. El aislamiento siempre es desigual. La realidad siempre es desigual.
¿Y la creación, es siempre desigual? Vuelvo a preguntar: ¿la creación artística en estos nuevos tiempos acercase de las desigualdades? ¿La posibilidad de realizar experiencias escénicas incluye el discurso de las desigualdades? ¿Estamos reflejando nuestras necesidades artísticas individuales, propias, en las creaciones o logramos contribuir con la construcción de un mundo que sea al menos un poco más justo, igualitario y solidario? Continúo, entonces, con las preguntas: ¿Tienen los artistas, en su trabajo creativo, su lugar en la sociedades, en un período tan crítico?
El arte y el teatro a menudo se han ocupado del encierro. Uno de los más grandes dramaturgos brasileños, Plínio Marcos, autor maldito, que se ocupó del inframundo humano, prostitutas, travestis, bandidos, escribió varios espectáculos que tratan sobre el aislamiento en la perspectiva de que ele siempre estuvo allí. Creó espacios cerrados en su dramaturgia y reprodujo microcosmos donde las relaciones humanas explotan y llegan a sus límites. Su primer texto, escrito en mil novecientos cincuenta y ocho, fue BARRELA. Un complot que pasa dentro de una celda, en una prisión, donde nueve prisioneros son acompañados por un «burgués» que, en la manifestación de la diferencia social, en este ambiente confinado, termina por ser violado.
Luego repito la pregunta: ¿la obra del artista tiene su lugar en la sociedad en un período crítico? Otro problema en tantos otros.
Al menos seguimos haciendo preguntas y buscando respuestas. Somos artistas, creadores y hacedores. Dejo, entonces, una frase final, que para mí no podría ser otra que la de Beckett en Esperando por Godot: “Hagamos algo mientras haya una oportunidad. No son todos los días que nos necesitan”.
Marcelo Bones